La semana pasada estuvimos en Sonora visitando a los abuelos paternos, como ya es tradición nos fuimos unos días a Bahia de Kino y así es como empieza la resumida historia de un semi-fatídico fin de semana playero. Después de pasar una tarde en la playa empezamos a recoger para irnos a la casa y ahí nos dimos cuenta que mis anillos de compromiso y matrimonio se habían perdido en la arena. Se me fue la sangre a los pies! Entre todos buscamos como locos hasta que se metió el sol. No los encontramos.
A pesar de la preocupación y los sentimientos de frustración y tristeza todos mantuvieron una actitud positiva y no permitimos que nuestro paseo se arruinara por completo. Mis suegros prepararon carne asada y pescado zarandeado, comimos delicioso y la pasamos excelente. Lucas disfruto jugando en la playa con sus abuelos y su tía Ale dándole de comer a las gaviotas.
Al día siguiente y después de tres horas mas de búsqueda sin éxito, un familiar nos presto un detector de metales y un cernidor lo cual hizo toda la diferencia en la búsqueda. Después de varios metros cuadrados de arena removida, cientos de corcholatas y algunas monedas encontradas, apareció brillando como nunca mi anillo de compromiso! Fui la mas feliz del mundo! No lo podía creer! Encontrar un anillo en la arena se me hacia algo casi imposible, mil veces mas mas difícil que una aguja en un pajar.
Después de esto seguimos buscando la argolla de matrimonio pero al parecer decidió quedarse a vivir en la playa para siempre, aun así me doy por bien servida con haber encontrado mi anillo de compromiso, que es el que tiene mas valor sentimental para mi por todo lo que representa. Estoy para siempre agradecida con mis suegros que hicieron hasta lo imposible para ayudarme a encontrar el tesoro y me dieron animo hasta el final.
*Este post no fue patrocinado por los suegros ;)
:)
ReplyDeleteQue hermosa! La playa y tu familia!
ReplyDeleteMenos mal que lo encontraste preciosas fotos!!besos
ReplyDeleteWow, que historiaaaaa! Me mueroooooo
ReplyDeletePero como bien dices tú, que suerte haber encontrado aunque sea uno! jajaj
Muy buena historia. :)
Besos.